jueves, 13 de agosto de 2009

Mi panza y yo

No sé decir desde cuando vengo peleándome con mi panza, esa maravilla elástica y pertinaz que responde con tanta sutileza en mostrar al mundo que me rodea el más nimio de mis excesos en cuanto a mi alimentación se refiere.
Cualquiera diría que soy un tragón, yo francamente siempre he pensado que no es así, pero claro esas son mis razones y es justo ahí donde comienza el conflicto, ¿quien gobierna a quien? mi panza o yo.
En que curiosa parte de mi cerebro esta la respuesta no lo sé; si me lleno de voluntad el animo, si me convenzo de que tengo que ser más ordenado en mis comidas, si tras esta sensata razón me paso unos días siendo comedido y ordenado en todo lo que como, en todo lo que bebo, comienza sin duda una ligera merma de su exagerado volumen, poco a poco y tras denodados esfuerzos te levantas un día y parece que sí, que has perdido un poco de panza, cuanto a penas, sólo un poco, pero ya se significa, es manifiesto y veo aparecer en mi cara una ligera sonrisa, je, me digo, ¡que no tengo yo voluntad!, hasta ahí podíamos llegar hombre, que mi panza me pudiese a mí... sí, sí, pues no soy yo nadie.
Bueno pues es justo en ese momento cuando algo comienza a cambiar. De repente, y, casi siempre de forma sibilina, a traición, me encuentro pensando que no sé para que tanto esfuerzo, tanto privarme de esto, privarme de aquello, si total voy a seguir siendo el mismo de siempre y, otra cosa también me sucede cuando comienzan esos mismos cantos de sirena, me pregunto si no estaré comiendo poco, si no estaré haciendo demasiado deporte, quizás, me digo, me vayan a faltar algunos nutrientes, quizás mi corazón acostumbrado como lo tengo a una sangre fluida, licuadita oportunamente con algún que otro güisqui se me vaya a quedar atascado, quizás a mi cerebro le vaya a faltar algún nutriente de esos que estoy seguro que el buen vino lleva aparejado en su receta, quizás también, mi aparato digestivo deje de hacer buenas digestiones por falta de alguna cerveza que ayude a diluir bien los alimentos, ya que tan buena es para todo y vaya a ser peor no seguir tomando.
Que más da tener un poco más de panza o un poco menos de panza me digo, si total el resultado va a ser el mismo nada de nada va a cambiar, nadie me va a decir que bien estas ahora, que bien te sienta no tener esa panza que tanto te afea. No es que esto tenga mucha importancia pues nunca he respetado la opinión ajena en cuanto al físico se refiere, pero allá en algún lejano reducto de mí mismo siempre he querido no ser un panzón, mas, a pesar de todo me dejo convencer y de nuevo comienza la lucha.
No sé si a alguien más le pasara lo mismo, no creo yo es que soy tan singular, je.